lunes, 1 de diciembre de 2008

Aracne y Penelope

Aracné, joven lidia que según la mitología griega, destacaba en el arte de tejer y bordar, su imprudencia y ambición la hizo ser osada, desafiando Atenea, diosa de la Sabiduría, de las Artes y de las Ciencias. Atenea la castigó obligándola a tejer una tela de araña que poco a poco la fue atrapando, cuando Aracné se quiso dar cuenta se había metamorfoseado en araña.
Penelope, esposa de Ulises, rey de Ítaca, madre de Telemaco, es la antítesis de Aracné, sabia y prudente supo tejer en su favor. Penélope permanecio fiel a su esposo, (léase a sus semejantes), durante los veinte años que duró su ausencia, rechazando toda las proposiciones de matrimonio que le hicieron. Engaño a los codiciosos pretendientes que se habían instalado en su palacio diciéndoles que no se casaría de nuevo hasta que hubiese terminado un enorme lienzo que estaba tejiendo, para alargar la espera de forma indefinida, deshacía por la noche el trabajo realizado durante el día. Dando así tempo a que llegara Ulises. Durante los forzados veinte años que duró su ausencia, Ulises fue fiel a Penélope pues nunca la había abandonado en su pensamiento.
Aracné y Penélope, contemporáneas en la leyenda son dos mujeres antagónicas con respecto a su “yo” y sus circunstancias. Si de este mito se puede sacar alguna enseñanza, es el de saber tejer los principios de la dignidad, en el respeto, en la convivencia que deben de regir todas las relaciones humanas.

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