lunes, 2 de noviembre de 2009

El neoliberalismo económico, creador y promotor del consumo compulsivo y competitivo. Cual materialismo vulgar nos halaga los sentidos ofreciéndonos una gran mesa de comensales, vestida con blancos y relucientes manteles a donde acuden toda clase de individuos con un apetito devorador, deslumbrados, cegados a su vez en sus conciencias por toda una variedad de viandas, por las luces de neón y toda una parafernalia que conlleva el vivir por encima de nuestra posibilidades, con sus inevitables cíclicos de crisis económicas. Con toda una caterva de personajes que niegan el cambio en una justa retribución de los bienes materiales, renegando en el devenir histórico. Mercaderes y toda clase de lacayos diplomados a favor del sistema establecido, (neoconservador). Individuos obsesionados con la idea, en su propio interés, de que el ser humano no tiene remedio, que es egoísta por naturaleza. Que la igualdad de deberes y derechos, en la fraternidad y la libertad es una utopía, cosas de locos, de iluminados.
El mercantilismo heredero sociológico del mayor fariseísmo, con su poder económico y político se esfuerzan en educar a las gentes que componen la sociedad competitiva, en el principio siguiente; “o te aprovechas de tu prójimo o se aprovecha él, aprende a preocuparte a tener lo tuyo sin pensar en los demás, si te arrastras ante los poderosos y eres complaciente con ellos, quizás conserves tu status social y a lo mejor puedas hacer carrera y llegar a burgués”. Semejante psicología de ánimo sólo puede existir en un cuerpo social, moralmente enfermo, como es la falaz ambición competitiva en la sociedad se consumo.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Somos seres de necesidad

Conócete a ti mismo, célebre frase del filosofo griego, Sócrates, muy bien podría ser sinónimo de una necesidad insatisfecha en el proceso de un crecimiento en la ética humana. Para llegar a ese estadio hay que pasar por la fase del ser social, conocimiento del medio material y humano que nos rodea. Comprender nuestro pasado y presente histórico, no se trata de interpretarlo sino de transformarlo.
El hombre no es un producto del medio, por el contrario, el medio es un producto del hombre y que el hombre es, por consiguiente, un producto de sí mismo, si el hombre experimenta la influencia del entorno puede cambiar ese entorno, la sociedad, puede, por lo tanto, transformarse a sí mismo.
“Como individuos aislados no somos nada, somos un absurdo, como individuos somos mortales de necesidad. Juntos con nuestro semejantes, somos algo concreto, sociales, y eternos por necesidad”. El ser social está determinado por las condiciones de existencia material en los cuales viven los hombres en la sociedad o colectivo. No es la conciencia la que determina sus condiciones materiales, son las condiciones materiales de necesidad de vida las que determinan su conciencia. La conciencia de las cosas, de todo lo que nos rodea, no nace con el individuo, se va adquiriendo en el devenir de sus vidas, es un reflejo del mundo material que le circunda desde el ser objetivo. Los valores éticos y morales sólo pueden desarrollarse en el individuo dentro y no fuera de la conciencia social.