jueves, 2 de octubre de 2008

Medicina

Trescientos años antes de nuestra era, el médico Hipócrates había reemplazado la superstición entonces reinante en el campo de la medicina por principios casi científicos y por una ética firmemente establecida, lo que hoy llamamos deontología basada en el juramento hipocrático.
Pero en el periodo de ignorancia que siguió a la caída del Imperio Romano esos conocimientos médicos fueron olvidados o perdidos. La higiene pública, tan querida de los romanos, fue completamente descuidada. Incluso durante el Renacimiento, a pesar del renovado interés por las enseñanzas de los griegos, la medicina progresó muy poco. El cuerpo humano y sus funciones era un libro cerrado. Los cadáveres eran sagrados y su disección estaba prohibida a los que deseaban estudiar la anatomía humana. Los primeros diseños anatómicos con ciertos visos de exactitud aparecieron publicados por Vesalio, célebre profesor de Anatomía, en Padua. Para obtener sus datos, en sus años de estudiante en París, hubo de robar lo cadáveres de los criminales ajusticiados. El verdadero progreso de la medicina, con la serie espectacular de descubrimientos transcendentales no se inicio hasta finales del siglo XVIII, es decir, hasta los albores de la Edad Contemporánea. Durante dicho siglo, una horrible epidemia de viruela se había ensañado por toda Europa dejando desfigurados a quienes había perdonado la vida. A finales de siglo, un médico londinense llamado Edward Jenner descubrió accidentalmente que la infección de viruela de las vacas inmunizaba contra la viruela humana. En el momento de su muerte, en 1823, su vacuna era ya famosa en el mundo entero.
Cuán importante es la toma de consideración en las donaciones voluntarias de nuestros órganos, sin olvidar ser solidarios en la donación de sangre, para posibles enfermos que necesiten de un trasplante. Como donar nuestro cuerpo para el estudio morfológico en las facultades de medicina que ayuden a la formación de los futuros médicos.

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