No hay que ser un experto en economía social para darse cuenta de que España, con la democracia, ha dado un salto cualitativo. De ser un país de emigrantes en tiempos del régimen dictatorial, con cerca de tres millones de personas que tuvieron la obligada necesidad de emigrar a los distintos países de Europa como Alemania, Francia, Holanda, Suiza, etcétera, a pasar a ser un país de inmigrantes, de personas con necesidades económicas. Eso demuestra que hemos prosperado en el bienestar general.
Pero seguimos con un gran defecto; el no tener memoria histórica. Conscientes de ser receptores de una masa ingente de inmigrantes de diferentes nacionalidades, que, como antaño los españoles, vienen a buscarse el pan, seamos solidarios y consecuentes para que no se den escenas inhumanas como los ejemplos de las pateras. El abuso laboral y otras lindezas por el estilo.
No seamos tan desmemoriados y repasemos mentalmente nuestra reciente pasada historia, para evitar en lo posible estas penosas y degradantes situaciones.