Desde el desconocimiento antropológico humano se alimentan las ideologías espurias, doctrinas basadas en la naturaleza social mal comprendidas e interpretadas, como los totemismos, politeísmos de carácter pagano-religioso, etc.
En el devenir de la historia, estos pseudos conocimientos traen consigo el racismo, el interclasismo, la xenofobia, en el rechazo al extranjero. Reflejo de estas interpretaciones son las sociedades esclavistas, tanto los de la antigua Grecia, como los de la Roma Imperial. Un ejemplo lo tenemos en los años 71 y 73 de nuestra era; el esclavo tracio, Espartaco, dirigió una rebelión de esclavos que dio lugar a la desaparición paulatina de las sociedades esclavistas. En el siglo XV; con los indios descubiertos en América, donde tuvo que poner un orden moral, el fraile domínico Bartolomé de las Casas, en favor de la emancipación de los indios. En el corre del tiempo; en el siglo XVII, vuelve a renacer el esclavismo negro (socialmente mecanicista), amparado por el poder económico y político de los estados coloniales. Hasta la abolición de la esclavitud negra por el que fuera presidente de los Estados Unidos, Abrahán Lincoln.
Desde el desprecio sociológico se nutren toda clase de chauvinismos nacionalistas, estrechos y mezquinos.