viernes, 1 de octubre de 2010
La inmortalidad, la perfección, la infinitud, los dioses, en una palabra lo absoluto, son conceptos idealizados del ser humano primitivo, donde el mito impera sobre el logos (racionalismo), primero fue el mito y luego el logos. El comprender las sensaciones, las percepciones del mundo exterior. En el hombre vence el subjetivismo, pues no deja de ser un sujeto, pero ese subjetivismo mal enfocado y analizado le aparta del camino objetivo y real. Es la vida con sus asombrosas transformaciones siempre muriendo en apariencia y renovándose hasta lo infinito. Es la materia que vive por la fuerza que reside en ella con absoluta unidad, sin separación ni dualidades.
Haciendo alusión a una metáfora de la Araña Negra de Vicente Blasco Ibáñez; aquel resplandor de incendio de que parecía empapado el horizonte (consecuencia del reflejo de los rayos solares), entusiasmaba al liberal revolucionario. Mira Pedro, mira bien. Ese incendio del cielo es la imagen del porvenir. El fuego todo lo purifica, y en la actualidad resulta el único remedio. Sé muy bien que Torquemada sentía estas ideas y las aplicaba a favor de la reacción. Pues bien, el mundo necesita hoy un Torquemada en sentido inverso, que queme al presente, no en nombre del pasado, sino en el del porvenir. Una inquisición que respete a las personas, pero que convierta en cenizas todas las instituciones caducas del presente, ¡he ahí el más bello porvenir para la humanidad!
Haciendo alusión a una metáfora de la Araña Negra de Vicente Blasco Ibáñez; aquel resplandor de incendio de que parecía empapado el horizonte (consecuencia del reflejo de los rayos solares), entusiasmaba al liberal revolucionario. Mira Pedro, mira bien. Ese incendio del cielo es la imagen del porvenir. El fuego todo lo purifica, y en la actualidad resulta el único remedio. Sé muy bien que Torquemada sentía estas ideas y las aplicaba a favor de la reacción. Pues bien, el mundo necesita hoy un Torquemada en sentido inverso, que queme al presente, no en nombre del pasado, sino en el del porvenir. Una inquisición que respete a las personas, pero que convierta en cenizas todas las instituciones caducas del presente, ¡he ahí el más bello porvenir para la humanidad!
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