viernes, 3 de septiembre de 2010
Un día le preguntaron al que fue uno de los mejores alcaldes que ha tenido la Villa de Madrid, el viejo profesor, don Enrique Tierno Galván; entre libertad e igualdad a cuál de estos dos conceptos le daría prioridad. El viejo profesor sin pensárselo contestó con la respuesta más inteligente que se podía dar; para llegar a la verdadera libertad hay que pasar primero por la igualdad. El Enrique Tierno individualista hubiera contestado que lo primario es la libertad. Pero el Tierno Galván comprometido y solidario con sus semejantes respondió de la única forma que se puede desde el instinto social humano; lo primero es la igualdad, y como reflejo de ella, aflora la libertad bien entendida. Hoy por hoy se conoce la libertad individual prostituida, en detrimento de la igualdad, enajenada en el poder económico, político e ideológico.
Es en el cuerpo social donde el hombre genérico puede desarrollar todas sus aptitudes y libertades, pero como ser aislado se pierde en su esencia humana. En cuanto que el hombre como individuo es mortal de necesidad. Lo que es eterno e inmortal es la especie o género.
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