lunes, 1 de agosto de 2011
El trabajo es un móvil que usa el hombre para transformar el medio, a su vez el hombre se puede transformar así mismo.
El ser burgués o proletario no se diferencia en el dinero que se tenga, sino en la función social del individuo, un proletario puede tener más dinero que un
burgués y por eso no deja de ser proletario, pues se debe a un patrón y porque su vida no está asegurada ni es independiente.
El querer eliminar el vicio, la corrupción, las injusticias etcétera, en una sociedad capitalista; es como querer levantarse a si mismo agarrándose por los
cabellos. "Lenin".
El abortar desgraciadamente es un mal necesario en las sociedades capitalistas, donde el nuevo ser esta desamparado por las leyes económicas, sociales y
culturales. Son las familias de la clase obrera las únicas que se ven azotadas por este mal endémico, las que tienen que retraerse, las que tienen que
pensárselo bien el tener o no tener descendencia.
Los matrimonio o parejas que hacen vida prematrimonial inmersos en la sociedad de consumo, ven a los hijos como a intrusos que vienen a desestabilizar el
bienestar, las comodidades, la tranquilidad y por supuesto el cuadro económico, siempre habrá excepciones, pero hay que admitir esta penosa realidad fruto
de sociedades competitivas y de consumo.
Mientras exista la explotación del hombre por el hombre, éste nunca llegara a conocer su identidad como ser social y humano. Pero también es verdad que
a través de ésta contradicción de clases se llegara a esa fase del conocimiento.
Si una persona acostumbra a decir una mentira muy a menudo, terminara por creérsela. Si ésta persona o personas dicen una mentira machaconamente a toda una
sociedad o colectivo social, terminara por creérsela. De ahí nace la pseudomoral producto de todas las doctrinas anticientíficas, idealistas y metafísicas.
Los burgueses, con sus propiedades y riquezas, ofenden a los que carecen de un mínimo de medios materiales para poder subsistir con dignidad.
Arrastrando a los más decididos a desposeerlos y devolverles la ofensa.
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