martes, 4 de enero de 2011
Ángel Aceves de Frutos
Siempre me ha llamado la atención cómo durante décadas del siglo pasado, hubo una eclosión de ideologías que auspiciaban un futuro más halagüeño en vista de los cambios que se empezaron a perfilar a partir de la Segunda Guerra Mundial. Hasta hace no mucho tiempo, se percibía en las generaciones más jóvenes el deseo de comprometerse e intentar cambiar las estructuras sociales. Un ejemplo vivo fue el famoso mayo francés del 1968. Pero aquello no fue más que un espejismo de idealismo, porque muchos de los jóvenes que lideraron ese movimiento, ahora ocupan los mismos puestos que ocupaban en aquel entonces los individuos contra los que lucharon. Es penoso observar cómo, en general, los móviles ideológicos de la sociedad están en retroceso. En el caso de muchos, el simplemente preocuparse por conseguir las cosas necesarias para satisfacer sus primarias necesidades les impiden dedicar el suficiente tiempo a reflexionar sobre asuntos que van a incidir en nuestro futuro. La historia nos enseña que la ignorancia y el poco uso de las facultades del raciocinio han sido las armas que han utilizado los diferentes dictadores para controlar de la mejor manera a sus pueblos. Aunque en la actualidad se presume mucho de los logros sociales conseguidos, hay que reconocer que en realidad es verdad, quizás no nos demos cuenta de la manera tan sutil con que los modernos dictadores, económicos, están consiguiendo adormecer a las personas mediante el uso hábil de los medios de comunicación que han hecho posible que el estilo de vida neoliberal haya entrado de manera machacona y persistente en los hogares con toda clase de reclamos invitándonos a hipotecarnos de por vida.
0 comentarios:
Publicar un comentario