jueves, 1 de julio de 2010
Qué manía de negar lo evidente. Ahora se ha puesto de moda el sentido común, de tendencia ecléctica, que sólo demuestra ser el menos común de los sentidos. El eclecticismo oportunista abusa de elegir lo mejor de cada doctrina filosófica y política para meterlo todo en una coctelera, y hacer una mezcla de la que no sale nada nuevo, y sí mucha estética de la confusión. A estas alturas han aparecido voces con mucha intelectualidad que van pregonando con un desprecio olímpico que no saben lo que es la derecha ni la izquierda política. Estos señores conservadores con toda su ignorancia de la historia no saben, (o no quieren saber), que un año después de la Revolución Francesa, en la asamblea de 1790.1800, se crearon los términos derecha e izquierda; en la que los conservadores, representantes de los privilegios de la aristocracia, y la burguesía naciente, y los reformistas que representaban los derechos de las clases trabajadoras, se sentaban a uno y otro lado del presidente de la Cámara.
Los conservadores no se cansan de decir que los conceptos derecha e izquierda están superados, anacrónicos, en su propia decadencia histórica se ven obligados a decirlo, puesto que es inherente en ellos negar el cambio, lo utópico. Últimamente aprovechandose de la crisis económica intentan hacernos creer que con su política neoliberal son los verdaderos defensores de los intereses de los trabajadores. Las ideologías de derechas conservadoras como buenos dogmáticos, niegan el devenir procurando su perpetuación en la aplicación de su filosofía fijista. De lo que se trata es que tanto la derecha como la izquierda sufran una transformación de síntesis, en el llegar a ser, en la constitución de un hombre nuevo que le saque de la estrechez animal en que se encuentran, social y políticamente hablando.
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