sábado, 3 de octubre de 2009

La historia del Islam en España, en distintos FOROS ha sido malévolamente tergiversada, patética en el oportunismo, por no decir en la ignorancia, tomando como referencia el extremismo islámico, juzgándolo sin rigor histórico.
Cuando la civilización árabe Omeya, con raíces beréberes, y no moros de la Mauritania, conquistaron La Península Ibérica, por aquel entonces, prácticamente, no existía España como nación, éramos un crepúsculo de diferentes tribus nómadas. Por nuestro suelo pasaron diferentes civilizaciones, fenicios, griegos, cartagineses, romanos, que dieron el nombre de Hispania a la península, y en la época de la expansión islámica estábamos dominados por una represión visigoda, pueblo Godo germánico oriental (teutones), qué a través de la Galia penetraron en España, fundando un reino en el año 410 que duro hasta el 711 cuando los árabes al mando del caudillo berebere Tarik derrotaron a Don Rodrigo, último rey visigodo, en la batalla de Guadalete.
No manipulemos la historia; la civilización Omeya nos enseñó la maceración de la aceituna, la industria del aceite de olivas, introdujeron la óptica, la oftalmología, las matemáticas, un ejemplo lo tenemos en los números árabes en uso. La filosofía de raíces griegas, (Aristóteles). En el campo de las artes y la arquitectura, La Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba, la construcción de estilo mudéjar. Desarrollándose, por entonces, el libre pensamiento, con Aberrees, Avicena, y un sinfín de pensadores humanistas.
Por el bien de la historia dejemos de hacer políticas maniqueas, dividiendo a la humanidad entre buenos y malos.

viernes, 2 de octubre de 2009

Distintas moralidades

Reza un axioma, como verdad incontestable: de que el hombre es un ser de necesidad, en cuanto va resolviendo esa necesidad presente se va humanizando a través de una moral de necesidad, comprendida y transformada en libertad, el instinto natural debería de llevarlo a ello, pero la realidad es muy diferente.
Toda moral al margen de la sociedad humana, no existe, es un engaño, es una moral falsa que embota las conciencias de los individuos. La moral debe de estar subordinada a los intereses humanos. En la antigua Grecia y en la Roma Imperial se daban dos moralidades antagónicas entre la convivencia de esclavistas y esclavos, patricios y plebeyos. En el correr de los tiempos surgió la sociedad feudal con dos nuevas moralidades no menos enfrentadas, la de los señores feudales y la que emanaba de los individuos que componían la servidumbre o gleba. Dando un paso más avanzado en la historia aparece una doble moral en la sociedad, capitalista; burgueses y proletarios.
El relativismo moral basado en la unidad de contrarios, en lo que respecta a la división en lo cultural, político, económico, etc., no dejan de ser una moralidades mediatizadas de los intereses en el mayor de los egoísmos.
Ludwing Feuerbach, llegó a la conclusión de que no se piensa igual en un palacio que en una cabaña. En estas circunstancias las necesidades materiales y espirituales están diametralmente opuestas, producto de las diferentes funciones económicas y sociales de los respectivos individuos.
Hasta ahora, la historia de la humanidad sólo ha conocido unas moralidades estrechas y mezquinas. La verdadera moral está por llegar. Son los pueblos, sin distinción en las etnias culturales, ni religiosas, los que tienen que crear una moral única, laica y universal en los sentimientos humanos, sin necesidad de espíritus extraños. Con la capacidad intelectual en la comprensión de la ley natural del mundo que les rodea, y de las realidades tangibles que les enseñen a apreciar los verdaderos valores éticos. Sabiendo discernir entre la justicia e injustica social.