martes, 2 de junio de 2009

La maldad y la bondad, como la mayoría de las personas sabemos, son sentimientos contrapuestos. Que es lo primero el bien o el mal, "nunca se debe poner el carro delante de los bueyes" cómo no se debe poner el bien delante del mal, el mal es lo primario y el bien es él producto de la ausencia del mal. El hombre, genéricamente hablando, en su ignorancia rechaza el bien. Ya lo decía Sócrates, el malo es, en realidad, un caso psiquiátrico de ignorancia, un imbécil, no existen razones para ser malvado de manera esencial. En principio la bondad y la maldad no están en la naturaleza de las cosas, es el ser humano al dividirlas, al darlas un valor particular y subjetivo el que crea el bien y el mal, y no son entes o espíritus esotéricos como creen algunas mentes calenturientas. Está demostrado que las primeras necesidades vitales, como el comer, vestir, la educación satisfechas a destiempo, crean en el hombre la degradación. La inteligencia natural debe ir en paralelo con la comprensión ética y moral. Ya lo decía; Rousseau, el hombre es bueno por naturaleza, es el medio y sus circunstancias el que le corrompen. El mal está limitado por la ignorancia, el bien es la superación de esa ignorancia Debemos comprender y ser conscientes, para saber, hasta donde llega nuestro límite en la satisfacción de nuestras necesidades, sin perjudicar a terceros. Cuando la sensatez prevalezca sobre el reino de la necia codicia, la ignorancia por sistema, la maldad producto de los egoísmos individualistas, dará paso a la sabiduría. El bien triunfara sobre el mal. En ese estadio, estaremos más cerca del humanismo. Saliendo de la prehistoria de la historia, separándonos de la estrechez animal, el ser humano como género, dará un salto cualitativo, del reino de la necesidad al reino de la libertad.

lunes, 1 de junio de 2009

El Habla

La ciencia con sus análisis objetivos va poniendo las cosas en su racional sitio. Un grupo de científicos apoyándose en la bioquímica han logrado desentrañar lo que hasta ahora era un misterio, la facultad de hablar de los seres humanos. El artífice de tal complejo sentido es un gen mutante que se halla en el laberinto del genoma de los mamíferos, y en particular en el cromosoma número siete. Se cree que este milagro, entre comillas, ocurrió hace doscientos mil años. Un género de primate tuvo la necesidad de salir del aislamiento en que se encontraban, condenándoles a esa estrechez entre el primitivismo y el ser en conciencia. Para poder comunicarse con sus semejantes. Y qué mejor que el habla para elevarse a un nuevo estadio de civilización, dando el salto cualitativo hacia el humanismo.
No tardando mucho se descubrirá el cromosoma con su gen especializado en la creación de la materia pensante, que dio origen a la inteligencia. Como siempre suele ocurrir, expertos en esoterismo encontraran un pretexto con tintes metafísicos para así negar ésta evidencia.