martes, 17 de febrero de 2009

Febrero de carnavales

Estamos en febrero y ¡el Carnaval está a punto de empezar! Carnaval es música, es color y fantasía. Carnaval también es historia para contar. También llamadas fiestas Saturnales, en honor al dios Saturno. En la mitología romana; Saturno era un importante dios de la agricultura y la cosecha. Se le compara al dios Crono de la mitología griega.
Los verdaderos orígenes del Carnaval se pierden en las noches de los tiempos. Los estudios estiman que los primeros cultos que más tarde se denominarían Carnaval fueron realizados años antes de nuestra era, en la agricultura, cuando los campesinos se reunían en verano con los rostros enmascarados y los cuerpos totalmente pintados, alrededor de una hoguera, para celebrar la fertilidad y productividad del suelo, bien como alejar los malos espíritus de la cosecha. La primera concentración carnavalesca se localiza en Egipto. La fiesta no era nada más que danza, cánticos, y los participantes usaban máscaras y disfraces como símbolo de la inexistencia de clases sociales. Después la tradición llegó a Grecia. Allá por el siglo VI a. C., existía la costumbre de pasear un barco con ruedas, donde la gente bailaba todo tipo de danza. En Roma el carro era dedicado a la diosa egipcia Isis, propagando el culto a los celtas y germanos. Las ceremonias tenían un punto en común. Estaban asociadas a fenómenos espirituales, astronómicos y a ciclos naturales, y se manifestaban a través de expresiones como la danza, los cánticos, la sátira, las máscaras, y el desorden. En una sociedad con tantas diferencias sociales, las fiestas suplían la necesidad de libertad para todos.
Ricos y pobres se mezclan durante el carnaval sin reconocerse. Enseguida, el carnaval llega a Venecia, y de ahí a todo el mundo. Y poco a poco fue moldeando su característica, dependiendo de las costumbres propias de cada país. Pero, por general, el carnaval se define a través de máscaras, disfraces, carrozas, desfiles y bailes.

lunes, 9 de febrero de 2009

El día 5 de febrero se celebra la fiesta en honor de Santa Águeda. “ La Virgen de los pechos”, como se la llama en algunos pueblos. Esta atribución popular se debe a que la imaginería tradicional ha representado a Santa Águeda con un plato en las manos mostrando sus pechos cercenados. Santa Águeda era una mártir siciliana de los primeros siglos del cristianismo que sufrió el martirio, condenada por Quinciano, que, antes del martirio, trató por todos los medios de hacerla renunciar a su religión. No pudiendo conseguir nada, le condenó a muerte, no sin antes haberla cortado los pechos. Esta parte del martirio de la santa es la que más presente está en el folklore y manifestaciones populares durante la celebración de la fiesta. En algunos pueblos las mujeres daban fuertes gritos en el baile, y decían que lo hacían en recuerdo a los que dio la santa cuando fue martirizada.

La fiesta de las águedas más importante, por la fastuosidades su celebración y por los elementos folklóricos que aun día conserva, es la del pueblo segoviano de Zamarramala. El día de Santa Águeda en Zamarramala en el que además de describir el traje segoviano de hombres y mujeres, describe con todo detalle el desarrollo de la fiesta de las alcaldesas. El tamboril y la dulzaina les anuncian desde muy temprano que aquel es día de sueto y holganza: los dos alcaldes se disponen a ceder su autoridad en honor de su santa patrona a las lindas alcaldesas que engalanadas con todo lujo “zamarriego”, se presentan a recibir de manos de sus esposos la vara de la justicia y la autoridad que aquella vara representa, quedando reducidos los alcaldes, así como todos los maridos, a la obediencia y servidumbre, porque como dice la tradición “ en este día mandan ellas”. Si en los juegos a que se dedican en este día los mozos, ocurre casualmente alguna disputa, las nuevas autoridades son las mediadoras, son los jueces de paz que fácilmente componen son su amabilidad y sus consejos las desavenencias, pero si algún rebelde se resiste a su intervención, intentan hacerle entender que no en vano aquel bastón está en sus manos, porque el aguacil está a sus órdenes y la cárcel se abre a su voz para castigar al pertinaz que no obedece.

Las mujeres van a misa acompañadas de la música, se sientan en el banco de justicia, a la salida de la misa piden limosna para la santa con un plato que forma parte de su típico atavió de fiesta, y posteriormente se dirigen a sus casas acompañadas de la música. Durante aquel día en todos los actos privados se ve invertido el orden, y en el hogar domestico, son las mujeres lo que las alcaldesas en el pueblo. Finalmente los hombres tomarían la rueca para hilar, si no fuera día festivo en que no se puede trabajar, pero las mujeres quisieran que fuera posible a los maridos hasta encargarse de alimentar a los niños de pecho, como lo hacen en efecto del mejor modo que pueden, dándoles puchereta, mientras ellas gozan de su día grande. Por la tarde tienen un baile al que sólo pueden asistir las casadas, los mozos juegan a la calva y “los tíos (porque es de advertir que en estos pueblos tienen los hombres el singular privilegio de ser siempre mozos en tanto que están solteros, y dejan de serlo para convertirse en tíos dese el día en que se casan), se están en la taberna jugando al solo. Al anochecer, las familias se reúnen a merendar, y al día siguiente celebran “Santa Aguedilla”, donde participan todos, mujeres y hombres, solteros y casados.

domingo, 1 de febrero de 2009

Vivimos inmersos en la mentira, en unas sociedades globalizadas, dirigidas por mitómanos. Históricamente lo que diferencia el mito cultural como conjunto de leyendas propias de un pueblo, una civilización.

Acciones imaginarias que trasponen acontecimientos históricos, reales o deseados. No se parece en nada a la fabulación, a la mitomanía que estamos padeciendo en los distintos estamentos, a nivel nacional, internacional, ya sea, político, económico, cultural, etc.

Instalados en el engaño compulsivo, se miente sin escrúpulos, abusando de la legalidad, justificando lo injustificable, eludiendo responsabilidades de un cumulo de despropósitos de todo lo acontecido, últimamente, que atenta contra la inteligencia de las personas. Estamos en manos de auténticos pinochos que no les crece la nariz porque son de carne y hueso, y no de madera de pino como nuestro querido personaje del cuento. Guepeto se echaría las manos a la cabeza si viera cómo se emula a su hijo adoptivo, producto de su soledad, con tal desvergüenza y oportunismo.